Sí, ya sé que cuando uno no sabe de qué hablar, habla del tiempo. Poj vale. Pero es que la cosa empieza a ser preocupante. Y esto es lo que menos se parece a un invierno.
Los almendros y las mimosas ya están en flor, los insectos se han despertado de su letargo y a los osobikers este tiempo los está volviendo medio majaras. De hecho, esta mañana, los senderos y trochas que rodean al Soto de Viñuelas parecían la calle Preciados en época de rebajas. Y eso no es bueno.
La pertinaz sequía vuelve a ser un hecho y, como ya nos decían los de Nuestro Pequeño Mundo, "tiene que llover a cántaros". Copio a continuación enlace al vídeo de ese grupo de nuestra infancia. No perdérselo los nostálgicos. A mí me recuerda el oriller y los pantalones de pata de elefante con que mi madre me hizo hacer la primera comunión, sus desmesuradas gafas de sol y las patillas de mi padre. ¡Qué tiempos!
Bueno, al grano, que me estoy yendo por las ramas. El campo está seco, y eso no es bueno ni para el campo ni para el MTB. Pero como puede verse abajo, la cosa no tiene trazas de cambiar...
¡Habrá que hacer rogativas!