Repito que no voy a entrar en polémicas y que me voy a ceñir a los hechos. Y el hecho es todo biker sabe que hay pocos placeres en esta vida comparables a una cerveza bien fría después de una de esas rutas de MTB que te ha dejado más suave que una estera. Al que lo dude, le invito a coger una bicicleta de montaña, enfilar el Camino de Santiago desde el barrio de Montecarmelo de Madrid, hacer los sesenta kilómetros que hay hasta Cercedilla, sentarse en cualquiera de esas maravillosas terrazas que hay en la calle Mayor, pedir una cerveza y una tapita y olvidarse de que el mundo gira... Nosotros lo hacemos todos los años, o sea que podéis apuntaros.
Es un hecho que la cerveza le va al MTB como un albariño a un besugo a la espalda o un buen ribera a un chuletón de buey poco hecho. MTB y cerveza son, sencillamente, un maridaje perfecto. Como dijo una vez el clásico, la felicidad es una cerveza después de sesenta kilómetros de MTB. Y yo no tengo nada que añadir.
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