Parece ser que uno de nuestros más destacados bikers, Iñigo, se ha propuesto fotografiarse con todas las grandes figuras del ciclismo español. El año pasado lo hizo con Perico Delgado y ayer lo hizo con Miguel Induráin, como puede apreciarse en la fotografía que ilustra esta entrada. Excuso decir que el que suscribe es un incondicional admirador de Miguelón, uno de los más grandes ciclistas de todos los tiempos.
Y el recuerdo de Induráin me lleva a la reflexión de hoy: la diferencia entre un campeón y un buen ciclista está en la mente, en su fortaleza psicológica. En un día como hoy, en que concluye otra edición del Tour de Francia, me vienen a la memoria los cinco de Miguel y las tardes memorables que nos hizo pasar.
Un tipo que, después de ganar cinco Tours consecutivos, es capaz de limitarse a decir a los periodistas "Hemos estado ahí", así, en plural, como si el mérito no fuera suyo, ¡es un auténtico crack! Frío como un témpano, inexpresivo, conseguía que sus rivales acabaran desesperados, y esa era su mejor arma.
En MNBC -a nuestro nivel, claro- también se libran esas batallas psicológicas. Hace poco me enteré de la particular pugna que mantienen dos de nuestros bikers. Uno de ellos me confesaba que le dice al otro que va a salir a montar los días entre semana que sabe que el otro no puede, para que crea que entrena casi todos los días. Luego, por supuesto, no sale. Pero no importa, la estocada psicológica ha funcionado. Y cuando llega el domingo, sus demarrajes nunca son contestados por su rival, quien, solo de pensar en el supuesto entrenamiento del otro, empieza a sentir que le flaquean las piernas.
¡Poder de la mente! ;-)
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