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La verdad es que abordar el retrato del cansinobiker es algo que veníamos posponiendo desde hace tiempo, por su complejidad. Porque el cansinobiker lo tiene todo: es una mezcla de criptobiker, picao, masobiker y flipao que, por supuesto, padece un MTBOC en grado superlativo.
Desde luego, si Mota hubiera estado metido en el mundo del MTB aficionado y sus grupetas, en vez del cansino histórico, su personaje hubiera sido el cansinobiker, que encarna el cansinismo llevado al extremo. Como digo, este espécimen de la fauna biker aúna en un solo biker todas las características de los especímenes arriba citados, así que no me voy a extender mucho más.
Y lo peor de todo: el cansinobiker es envidioso. Con frecuencia habla de terceros bikers en términos de la cera que les ha dado o dejado de dar o lo a punto que ha estado de ganarle al fiera de fulanito. Te pregunta por las salidas en términos de clasificación, porque no entiende otra cosa, y si no se sale a competir, para qué se sale, y ya está bien de que #OtroMTBesPosible y zarandajas de ese tenor, y si hubiera comenzado antes, ahora estaría viviendo del MTB, y para cuándo una salida en condiciones y dejarnos de pasear a Miss Daisy, y..., y... ¡Agotador!
Al final, al cansinobiker no queda más remedio que decirle, con palabras del incomparable Mota:
¡Va usté a la mierda!