Que la I MNBC Segovia Inverse iba a ser un rutón estaba cantado. Y es que en MNBC procuramos apostar por caballo ganador cuando se trata de rutas largas. La de ayer tenía todos los ingredientes para ser un rutón épico. Y lo fue.
El tiempo nos acompañó de principio a fin: calor moderado, muy soportable y que, en las horas centrales del día, nos cogió subiendo por los fresquísimos bosques de Valsaín o tomando unas fresquísimas cervezas en una terraza de Cercedilla. Todo frescor. El paisaje, espectacular. Cuando uno baja por Valsaín hacia Segovia, va demasiado rápido como para apreciar con la misma intensidad la belleza de esos bosques: pinos centenarios, silencio, olores... Cuando sube, todo eso impregna tus sentidos, que se han hecho más receptivos por el esfuerzo. La compañía, como siempre sucede en MNBC, inmejorable. El buen rollo que nos caracteriza fue la constante, de principio a fin de la ruta, en la grupeta de trece bikers que empezamos a pedalear en Segovia.
Y por si todo esto fuera poco, no faltó de nada en esta primera edición de la Segovia Inverse. Problemas mecánicos de cierta entidad que no pasaron de anécdota gracias a la presencia de Sergio MacGyver (por favor, Sergio, ¡monta un taller de reparación de bicis!), cuchipanda biker en Cercedilla, planes para todos los gustos: en bicicleta hasta Madrid, en bicicleta hasta Cercedilla sin cuchipanda, en bicicleta hasta Cercedilla con cuchipanda, que se prolongó más allá de lo inicialmente previsto... En fin, que en MNBC no man is left behind y nos adaptamos a todos los presupuestos.
Eso sí, finishers, lo que se dice finishers, hubo cinco. Y para que se sepa y conste en acta (que luego el tiempo todo lo desdibuja y alimenta leyendas urbanas), aquí lo dejo recogido: Diego, Tomás, Roberto, Eugenio y el que suscribe. Esos y no otros fueron los que hicieron los casi 100 kilómetros de la I MNBC Segovia Inverse. He dicho.
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