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sábado, 8 de diciembre de 2018

¿Un miss Daisy?

En el argot biker, pasear a miss Daisy o hacer un miss Daisy significa hacer una ruta relajadica, poco exigente, en la que uno se puede centrar en disfrutar del paisaje y de la bicicleta, sin necesidad de ir a darlo todo o a echar el bofe por terrenos imposibles. En fin, que no todo tiene que ser entrenar, entrenar, entrenar... La expresión tiene su origen en una célebre película que los que peinamos canas recordamos bien: "Paseando a Miss Daisy".

El caso es que en nuestra grupeta MNBC tenemos (como en toda grupeta biker que se precie) uno de esos optimistas antropológicos que miran el tiempo antes de cada salida en páginas web de esas que te dicen lo que tú quieres oír (del tipo theweatherthatyouwant.com) y que, aunque después hayan caído chuzos de punta, siempre te repetirán con vehemencia que con ese tiempo es como mejor agarra la bici y que no corres el peligro de la deshidratación, que es algo "mu malo". Si algo caracteriza al optimista antropológico es que es inasequible al desaliento.

El problema se da cuando se deja en manos del optimista antropológico la organización/gestión de una ruta extraordinaria que solo él conoce, o dice conocer. Y eso fue, precisamente, lo que sucedió con la ruta de la Senda del Genaro, que anunciamos la semana pasada e hicimos el pasado viernes. Cuatro días antes, nuestro optimista antropológico decía en el grupo de WhatsApp lo siguiente: "Es una ruta de 40 km para que venga Miss Daisy". Aunque algunos lo conocemos desde hace años, siempre acabamos fiándonos e, ilusionados ante la perspectiva de una ruta de solaz y esparcimiento, hubo quien estuvo a punto de llevar el tupper con la tortilla y la ensaladilla. 

No voy a extenderme con una crónica detallada de la ruta. Solo diré que a los cinco minutos de salir de El Berrueco estábamos subiendo por unos senderos infernales que coincidían casi exactamente con la perpendicular para subir a un monte cuya altura se puede apreciar en las fotos que ilustran esta entrada (recuerdo a nuestros distinguidos lectores que la ruta salía de El Berrueco, que está al nivel del embalse). Excuso decir, que durante la primera hora y media de ruta el corazón se nos salía por la boca, pie a tierra TODOS (unos más que otros, es verdad), subidas por cortafuegos... ¿Miss Daisy? ¡Qué miss Daisy ni que ocho cuartos! Un tercio de la expedición acabó apajarado y los demás absolutamente reventados...

Dicho lo cual, al final el MTB nunca defrauda: vistas espectaculares y un "tercer tiempo" en el restaurante El Alamo de El Berrueco que nos supo a gloria bendita.

Moraleja. Mucho cuidado con los optimistas antropológicos en las grupetas biker: tienen más peligro que un mono con dos pistolas ;-)

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