A R.G.M.,
desde el cariño
y la admiración ;-)
El prejubiker viene a ser a la fauna biker lo que la mosca cojonera es al reino animal. Lo cierto es que en MNBC no supimos de la existencia de este espécimen sobre ruedas hasta que uno de nuestros más destacados miembros se prejubiló el año pasado, en plenitud de facultades biker.
El principal problema que tienen los prejubilatas es el exceso de tiempo, que lleva al aburrimiento, que lleva a darle demasiado al coco, que lleva a idear continuamente modos y maneras de tocar las pelotas a sus compañeros de fatigas MTB (y supongo que también a miembros de otros colectivos en los que se encuentre integrado). Con el paso del tiempo, el tocapelotismo ejercido por los prejubikers alcanza unas cotas de refinada crueldad que uno jamás hubiera sospechado en quien otrora fue esa sonrisa amable en las cuestas, esa mano amiga que te proporcionaba una cámara cuando pinchabas, ese buen samaritano que siempre tenía una barrita energética cuando te daba la pájara...
¿Acaso no raya en el sadismo enviar fotos del mirador de Valdelaganar (como la que ilustra esta entrada) en un día laborable, a las doce de la mañana, a uno que lleva varias horas comiéndose marrones en su puesto de trabajo? ¡No hay derecho, hombre! Y encima te dice que, de vuelta, parará a tomar una cervecita y unas tapitas en algún establecimiento del barrio (como el del logo que ilustra esta entrada) para aprovechar que en esos días y a esas horas nunca hay que esperar a que te sirvan... ¡Será posible!
Alguno ha dicho que el problema es que a los demás nos corroe la envidia. Yo creo que ese no es el problema..., pero, ¿y si sí?
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