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sábado, 7 de octubre de 2017

De las carreras también se sale

Ante la avalancha de correos que me llegan en estos días para invitarme (invitarme previo pago, faltaría más) a algunas de las infinitas pruebas (mal llamadas "populares") que algunas empresas han convertido en lucrativo negocio, veo con preocupación el casi obsesivo afán de algunos amigos y compañeros bikers por participar en esas pruebas (mal llamadas "populares"): cuantas más, mejor. 

Pero he de decir que yo también estuve ahí, en lo más hondo del pozo, lo reconozco: hubo un tiempo en que sentía esa necesidad de demostrarme a mí mismo y al mundo que yo también podía, que yo también era capaz de ser un finisher, e incluso acabar en la primera mitad, aunque el lema escogido por la organización fuera "Bienvenidos al infierno: esta vez sí que sus vais a cagar". Sí, yo también era de los que decoraba el trastero con dorsales, como si fueran trofeos de guerra..., yo también tardaba en conciliar el sueño la noche antes de la carrera, después de haber preparado todo cuidadosamente: bici, equipación, geles..., yo también estuve "enganchado"..., ¡hasta que vi la luz!

La cosa no fue fácil y tuve una recaída. Todo quedó reflejado en este blog, que se convirtió en una especie de diario del desenganche. En "Me he quitao" expuse mis razones, como si de una terapia de grupo se tratara. Y "Me cuesta tanto olvidarte" fue el testimonio de una recaída, un testimonio dado desde la impotencia de quien ve que no puede, un testimonio que tuvo un valor catártico, porque desde esa última carrera ha pasado ya más de año y medio. 

Año y medio no es mucho tiempo, y todavía no se puede decir que esté del todo limpio, pero sí que cada vez me siento mejor, que empiezo a ver la luz al final del túnel y que empiezo a creer en algo que no hace mucho me parecía imposible: de las carreras también se sale.


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