Mundo Cristiano no tiene versión para Internet, así que reproduzco a continuación el texto que les enviamos:
En Tetuán (Marruecos) mucha gente chapurrea el español.
Por sus calles se percibe la huella que dejó la presencia española y la intensa
relación que los tetuaníes mantienen con Ceuta y con el resto de España.
Llegamos al hogar de menores —nuestro destino desde que salimos de España ayer— entre el bullicio de las
calles y atravesamos el zoco que, a esas horas de la tarde, se reduce a unos
pocos puestos atendidos por algunos vendedores que no quieren rendirse todavía.
Fátima

Todo empezó un día que…

20 bicis, 20 niños
Definido el objetivo —veinte bicicletas para veinte niños—,
lo siguiente fue organizar la campaña de recogida de bicicletas y una venta de
camisetas que nos permitiera cubrir los gastos de transporte y llevar, además
de las bicicletas, una ayuda económica. Las camisetas las conseguimos mediante
el patrocinio de la promotora inmobiliaria CP Grupo; más en concreto, gracias a
la mediación de Pilar, que nos apoyó y asumió el proyecto como propio desde el
primer momento, facilitándonos un espacio para el almacenaje de las bicis y
poniéndose a nuestra disposición. Además, la tienda de bicicletas del barrio,
Biketown, decidió apoyarnos haciendo un descuento en la reparación de las
bicicletas que se donaran al proyecto y regalándonos un montón de botellines; y
la Fundaciò Balearia asumió los gastos del paso del Estrecho de Gibraltar en
ferri de la furgoneta que transportaría las bicicletas.

Se recibe más que se da
Como siempre sucede en estos casos, volvimos de Tetuán con
mucho más de lo que dábamos. Las sonrisas de los niños las llevaremos grabadas
en nuestro recuerdo para siempre. Pasamos una tarde inolvidable ayudándoles a
montar en aquellas bicicletas, cosa que prácticamente ninguno de ellos había
hecho nunca. Las risas al desequilibrarse, el tesón hasta conseguir mantener el
equilibrio durante unos metros, la satisfacción de lograrlo… Pero las
bicicletas ha sido solo un primer paso que nos ha servido para conocer in situ una realidad que requiere mucho
más que unas bicicletas y unos euros. Fátima nos habló de las muchas
necesidades que tienen, de su ilusión por construir un hogar en condiciones
para los niños… «Los niños van creciendo y necesitan intimidad, no pueden estar
durmiendo siempre en una habitación de siete. Y necesitan aire, quiero sacarlos
de ese barrio, con la casa metida en el zoco…, el ambiente no es el más
adecuado para unos niños…». Nosotros ya estamos pensando en volver a Tetuán, en
nuevos proyectos, en nuevas campañas para ayudar a lo que ya consideramos nuestro orfanato de Tetuán.
De vuelta a España, en el barco y en el coche camino de
Madrid, los integrantes de la expedición rumiábamos la intensa experiencia
vivida. Uno me decía que se preguntaba muchas veces por qué a él le había
tocado nacer al otro lado del Estrecho y no allí. Solo nos separa una franja de
mar de catorce kilómetros y, sin embargo… Supongo que hemos nacido donde hemos
nacido para poder ver esto y que nos duela, y para que decidamos salir de
nosotros mismos y de nuestro letárgico bienestar. Yo recordaba que la Madre Teresa de Calcuta solía utilizar
los cinco dedos de la mano para explicar la esencia del Evangelio: la
identificación de Jesús con nuestros hermanos los más pobres de entre los
pobres. Mientras explicaba esto, la Madre Teresa
cogía la mano de un niño y le iba moviendo los dedos uno detrás de otro:
«You-did-it-to-me». A mí me lo hicisteis.
Apoyo:
La Asociación Amal al Atfal (La esperanza de los niños)
es una organización de Tetuán (Marruecos), sin ánimo de lucro, fundada en el
año 2000 con el propósito de mejorar las condiciones de vida de los niños de
esta ciudad en situación de dificultad social o abandono. Su principal proyecto
es Dari (Mi casa), un hogar que acoge actualmente a 23 chicos y chicas
de cuatro a doce años de edad, tres de los cuales padecen importantes
discapacidades. Se inauguró en 2003 y proporciona alojamiento, manutención,
educación, cariño y futuro a niños y niñas en situación de abandono y sin
ningún tipo de familia de sangre conocida. La mayoría de los residentes fueron
abandonados al nacer, pero, hoy por hoy, y gracias al esfuerzo de voluntarios y
benefactores, cuentan con asistencia sanitaria, están escolarizados, disfrutan
de excursiones y actividades de tiempo libre y pasan sus vacaciones de verano
en una casa de la playa junto a monitores y personal de apoyo.
A pesar de las buenas condiciones de las instalaciones de Dari y del
entusiasmo de los voluntarios, son muchas las necesidades económicas de esa
casa: sueldos de cocinera y monitoras, recibos, ropa, medicamentos,
transporte... Salvo el edificio que ocupa Dari actualmente, un antiguo
ambulatorio cedido por el Ministerio de Sanidad, todos los ingresos de la ONG
proceden de particulares y de iniciativas concebidas para recaudar fondos. Para
ayudar económicamente a estos chicos o para apadrinarlos, pueden contactar en
español con los responsables de este hogar a través de amal.al.atfal@gmail.com
o sociedadmediterranea@gmail.com
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